Built for living


“Entonces llegaron los malvados ingleses y les arrebataron la ilusión a los señores del tablero de dibujo.
Dijeron: no dibujad, sino haced. Id a la vida, para que sepáis lo que se necesita. Y cuando hayáis comprendido la vida, entonces poneos frente al horno de fusión o frente al torno. El 99% de los artistas dejaron inmediatamente de hacer cacharros.
Aquí no se ha llegado tan lejos. Pero el espíritu inglés ha entrado ya en nuestros oficios artísticos y se rebela contra la supremacía de la arquitectura. Con secreta alegría oí hace poco cómo un colega se me quejaba que un alfarero no quisiera trabajar según sus dibujos. No quería ni intentarlo. Ya no quería dejarse redimir más. Tiene razón ese hombre, le dije al arquitecto. Me tomó realmente por loco”.

El dibujo era el Caballo de Troya a través del cual los arquitectos habían invadido el mundo de la industria artesana, pervirtiendo el orden natural de las cosas. 
Los artistas del dibujo, ignorantes de los procesos de fabricación y de las tradiciones pulidas generación tras generación, se habrían dedicado, armados de su fácil lápiz, a recubrir los objetos de uso de un ornamento superfluo que atentaba contra la propia razón de su existencia: el ser útiles.

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