14N



Dentro de mis humildes límites, yo hoy voy a la huelga por lo que creo y por lo que quiero. Sé que, a corto plazo, será "inútil", ya que nuestro sistema no contempla mecanismos que obliguen ni al Estado ni al Gobierno a modificar una sola de sus políticas, por muy masiva que resulte la convocatoria. Sé que el Parlamento, como cámara de representantes, tampoco hará que se escuche la voz de los que
salgamos a protestar esta mañana. Sé -triste y conscientemente-, que la legitimidad de aquellos que la convocan y hoy enarbolarán las pancartas es prácticamente nula, después de años y años olvidando y recordando la defensa de los derechos laborales interesadamente, en función de la complicidad o animadversión con los gobernantes de turno.

Pero también sé que hay momentos en los que callar nos convierte en cómplices. Cómplices del desmantelamiento de nuestros derechos, cómplices de la precariedad, cómplices de la resignación ante un futuro negro. Porque sin símbolo y expresión del rechazo y de la protesta, hasta la más profunda indignación se puede confundir con una alineación plena ante aquellos que no escuchan y sólo ven lo que quieren ver.

Defiendo el derecho a trabajar hoy, 14-N: el de los partidarios, el de los resignados, el de los necesitados, el del que le de la gana y el de todo aquel que simplemente no se crea absolutamente nada. Mi único deseo es que todos los demás no parezcamos nunca cómplices de la terrible mayoría silenciosa. Por dignidad.


Fotografia: Jaime Pérez Couto
Texto: Javier R.B.